Transformar vidas entre rejas
En centros penitenciarios de la ciudad de México, personas voluntarias de Cruz Roja no sólo salvan vidas, sino que dejan un efecto dominó de compasión hacia los demás.
Tras la pandemia de covid-19, Rupali tuvo que buscar otras fuentes de ingresos para mantener a su familia y, gracias a una pequeña ayuda en efectivo, logró crear un floreciente negocio familiar.
Rupali Hemram vive en una pequeña comunidad rural llamada Godagari Upazila Santal, a poco más de 30 kilómetros de la ciudad de Rajshahi, uno de los principales centros comerciales y urbanos de Bangladesh.
En los últimos tiempos, ha tenido que hacer malabarismos para subvenir a las necesidades de la familia, integrada por su marido, sus dos hijos y su suegra, lo que se vuelve cada vez más difícil.
Al igual que muchas familias de bajos ingresos de todo el mundo que han soportado las repercusiones socioeconómicas de la pandemia, la familia de Rupali ha visto agravarse las dificultades que ya tenía.
Para evitar que familias como la de los Rupali se hundan aún más en la pobreza o desarrollen estrategias negativas para superar los muchos obstáculos, la Media Luna Roja de Bangladesh ha entregado a 500 hogares la suma de 2.500 takas (un poco más de 25 dólares) para ayudarles a comprar alimentos, invertir en otros medios de subsistencia y crear otras fuentes de ingresos.
«El dinero que recibí fue una gran ayuda», dice Rupali . «He invertido en la cría de aves de corral y estoy criando patos y gallinas. Vendo huevos a mis vecinos y patos en el mercado local. Con este dinero, puedo contribuir al presupuesto familiar. Además, mi hija ha vuelto a ir a la escuela».
Con el dinero recibido de la Media Luna Roja de Bangladesh, Rupali no solo ha diversificado los ingresos de su familia, sino que además ayuda a las actividades generadoras de ingresos de su marido, Shawpon Beshra, que también es agricultor. Solo con el ingreso que su marido obtenía del trabajo estacional, le hubiera sido casi imposible mantener a su familia de cinco miembros.
Este medio de subsistencia le ha permitido esperar un mejor futuro para sus hijos.
Con su precioso sari amarillo, Rupali vuelve a casa con productos frescos del mercado, algo que no podía hacer muy a menudo en los peores momentos de la pandemia de covid-19. En las zonas rurales de Bangladesh, muchas familias se enfrentan a las consecuencias socioeconómicas de la pandemia, y Rupali y los suyos no son una excepción, ya que se encuentran en aprietos para satisfacer sus necesidades diarias.
Gracias a una pequeña ayuda de 2.500 takas (unos 25 dólares), Rupali pudo invertir en la cría de pollos, gallinas, patos y en otros medios de subsistencia. Para realizar estas nuevas actividades, suele contar con la ayuda de su hija. Con tesón y trabajando duro Rupali ha logrado tener productos que son ahora muy populares en el mercado local de Godagari.
Antes Rupali no podía proporcionar alimentos a su familia. Por fin se han acabado los días en que la familia pasaba hambre. En la foto de arriba, Rupali prepara una deliciosa comida para sus hijos. Le gusta asegurarse de que los platos diarios que cocina son nutritivos y sanos.
Cuando la familia no podía cubrir sus necesidades básicas diarias, comprar un simple paquete de galletitas era un lujo para Rupali. Ahora que las cosas han mejorado, a Rupali le gusta mimar a sus hijos con deliciosas meriendas. Toma tiempo durante el día para dar de comer a su hijo uno de sus bocadillos favoritos.
Ayudando a Anamika, su hija, con los deberes, Rupali reflexiona sobre la desgraciada realidad de las mujeres de la comunidad, que constantemente quedan al margen en lo que respecta a la educación. Rupali quiere cambiar esta situación para Anamika y ofrecerle oportunidades de aprendizaje. Mientras muchas de las muchachas de su comunidad se casan pronto, Rupali está convencida de que con la educación y trabajando duro, su hija puede tomar un camino diferente en la vida.
Compartiendo el sueño y la ambición de su madre, Anamika estudia y va a la escuela con regularidad. Gracias a la ayuda en efectivo recibida de la Media Luna Roja de Bangladesh, la situación económica de su familia ha mejorado considerablemente, lo que le permite dedicar tiempo a los estudios.
«Cada vez que me visita alguien de la Media Luna Roja de Bangladesh, lo veo como de la familia. Les enseño los patos y las gallinas que crío. Mi vida ha cambiado y estoy agradecida por la ayuda que recibí», dice Rupali Hemram durante la visita a su casa de una voluntaria de la Sociedad Nacional.
Los nuevos medios de subsistencia y el negocio de Rupali han repercutido en todos los integrantes de la familia. Shawpon Beshra, su marido, es agricultor y, debido a su trabajo estacional, a veces a la familia le costaba mucho llegar a fin de mes mientras él estaba fuera. Hoy, Shawpon Beshra también es muy activo en el negocio de Rupali y a menudo le ayuda a vender artículos en el mercado de Godagari.
Incluso trabajando más, Rupali disfruta pasando el tiempo libre con sus hijos y el resto de su familia. Gracias a su trabajo, se siente en paz con la vida y confía en el futuro de su familia y el negocio que están construyendo juntos.
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Esta historia fue producida y redactada por Sadia Saba Orchi
– una voluntaria creativa y muy comprometida de la Media Luna Roja de Bangladesh.
En Argentina, los puntos móviles de servicios humanitarios no sólo aportan servicios críticos como primeros auxilios, agua, alimentos y ropa de abrigo. Aportan una sensación de seguridad y confianza, que son fundamentales para ayudar a las personas que se desplazan.