Transformar vidas entre rejas
En centros penitenciarios de la ciudad de México, personas voluntarias de Cruz Roja no sólo salvan vidas, sino que dejan un efecto dominó de compasión hacia los demás.
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Al igual que Ángela, cientos de miles de voluntarios en todo el mundo se han unido a los esfuerzos de las Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja para responder a la pandemia de covid-19.
Cuando el número de casos de covid-19 se disparó nuevamente este otoño en muchas ciudades de Europa, resurgió el recuerdo del primer confinamiento, el mes de abril, en Italia y muchas personas tuvieron la impresión de revivir eventos pasados.
A pesar de las dificultades y la frustración suscitada por un nuevo confinamiento, emergió un sentimiento de solidaridad. Entre las personas que decidieron trabajar como voluntario de forma temporal durante la primera ola de covid-19, muchas optaron por dedicarse al trabajo voluntario a más largo plazo.
Uno de esos voluntarios es Ángela, hoy oficialmente miembro permanente del grupo de voluntarios de la Cruz Roja Italiana, cuya historia presentamos a continuación.
“Hace tiempo que quería ser voluntaria”, cuenta Angela, que comenzó a trabajar repartiendo víveres y medicamentos a domicilio en marzo de este año durante el primer confinamiento en su ciudad, Florencia. Muchos habitantes que se hallaban en cuarentena, confinados o se consideraban particularmente vulnerables necesitaban ayuda para sobrevivir y atender a sus necesidades básicas.
La experiencia de Ángela no es un caso aislado. Las numerosas dificultades que planteó la pandemia suscitaron una reacción sin precedentes: millones de personas en el mundo entero dieron una mano a sus vecinos y conciudadanos. Este año, cientos de miles de personas en los cuatro puntos cardinales, se unieron a los esfuerzos de las Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja para responder al covid-19.
Solo en Italia, la Cruz Roja recibió cerca de 60.000 nuevas inscripciones en el marco de su iniciativa “El tiempo de la gentileza”, emprendida en marzo para brindar ayuda a las personas vulnerables y confinadas, a fin de entregarles alimentos, medicamentos y artículos esenciales, así como facilitarles un servicio de transporte a los establecimientos de salud para consultas médicas.
Asimismo otras Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja en otros países hicieron saber que se había registrado un importante aumento de las inscripciones de voluntarios, lo que demuestra que aun en los momentos más sombríos, perdura el deseo de ayudar a los demás.
“Somos un equipo, un grupo de amigos. Tenemos vidas muy distintas, pero nos anima el mismo sentimiento”. Angela Ratto, voluntaria de la Cruz Roja Italiana
Para Ángela, formar parte de manera permanente del servicio voluntario es una experiencia diferente y gratificante. Sigue repartiendo víveres a las personas que están en cuarentena, pero también ha asumido otras tareas, como la de llevar a personas —incluso discapacitadas con necesidad de cuidados especiales— al médico o al hospital para exámenes médicos no urgentes.
“Estoy adquiriendo realmente una gran experiencia”, explica. “Me siento mucho más implicada que al principio… Tengo suerte de poder seguir dedicándome a este trabajo, gracias también a mi familia, que me apoya en todo momento”.
Hoy, siete meses después de iniciar este trabajo, Ángela es mucho más que una voluntaria aislada: forma parte de un equipo totalmente dedicado a ayudar a los habitantes de Florencia a superar la pandemia de covid-19. “Somos un equipo, un grupo de amigos, asegura. Tenemos vidas muy distintas, pero nos anima el mismo sentimiento”.
Otro día más haciendo lo imposible en el hospital Republicano de Saada