Transformar vidas entre rejas
En centros penitenciarios de la ciudad de México, personas voluntarias de Cruz Roja no sólo salvan vidas, sino que dejan un efecto dominó de compasión hacia los demás.
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Ahmada Mohamedy Siogope nos habla sobre la asistencia a las personas desplazadas por la guerra, las condiciones de vida en las tiendas de campaña y el covid-19 en el calor sofocante del verano del noreste de Siria.
Es el comienzo del verano en el noreste de Siria y ya hace calor. Ahmada Mohamedy Siogope comienza su viaje de una hora rumbo al trabajo. El autobús del CICR lleva a Ahmada y a sus colegas desde Al-Hasakah hasta la ciudad de Al Hol, ubicada en el noreste de Siria. En las afueras de Al Hol, el autobús se dirige a un campamento donde hay 65.000 personas desplazadas por el conflicto.
«Son apenas las 10 de la mañana y la temperatura afuera alcanza ya los 40 grados», dice Ahmada, mientras comienza su turno como jefe de enfermería en el hospital de campaña del CICR instalado en el campamento. «Pero así es la vida en Al Hol».
Ahmada mostró y explicó a Cruz Roja Media Luna Roja algunas de sus tareas diarias grabando cortos segmentos de video en su teléfono móvil y conversando con nosotros después del trabajo a través de la computadora, como parte de nuestra sección Fuentes Expertas.
«El covid nos está planteando muchas dificultades», nos cuenta. «Imagínense vivir en una tienda de campaña cuando hay más de 50 grados. Hace demasiado calor y la gente no tiene aire acondicionado ni ventiladores para refrescarse. Así que tenemos muchos casos de deshidratación entre los niños».
«El covid provoca fiebre alta y la temperatura externa es excesivamente elevada, así que se siente doble calor”, observa. “El sol te quema y la temperatura de tu cuerpo es muy alta. Por eso ahora en el centro de aislamiento [construido por el CICR en la primavera de 2020], hemos puesto aire acondicionado para refrescar el lugar».
Mucho antes de que llegaran los primeros casos de covid-19 al campamento, el CICR, la Media Luna Roja Árabe Siria y otras organizaciones comenzaron a mostrar a la gente la forma de protegerse de esta enfermedad sumamente infecciosa. Entre las medidas adoptadas, se instalaron más puestos para lavarse las manos, se suministraron mascarillas y otras prendas de protección y se distribuyó información impresa.
Las altas temperaturas también hacen mucho más difícil el aislamiento de las personas en las tiendas de campaña. «Cuando tienes fiebre, a veces deseas salir de la tienda y tomar aire fresco», señala. «Y esto es problemático en tiempos de covid».
Aproximadamente el 80% de la población del campamento de Al Hol son mujeres y niños, y muchos de ellos sufren de afecciones preexistentes, exacerbadas por condiciones sanitarias deficientes y años de conflicto y desplazamiento.
«Tenemos muchos pacientes con problemas respiratorios”, explica. “Hay niños con asma y también algunos casos de tuberculosis. Atendemos a más de 100 pacientes por día con problemas pulmonares, tanto niños como adultos”.
“Y el covid-19 afecta precisamente a los pulmones”.
¿Cómo hace Ahmada para trabajar en condiciones tan duras lejos de su casa en Finlandia? Dice que la amabilidad y la entereza de la gente del campamento, así como su propia experiencia profesional, le ayudan a mantenerse centrado.
“Soy profesional de salud; he estado en la profesión de la salud desde hace mucho tiempo. Y aparte de eso, me gusta trabajar con la gente. Y la gente aquí es realmente encantadora. Siempre me pregunto, ‘¿cuál es el sentido de la vida?’ y entonces vine aquí, precisamente para descubrir que el sentido de la vida es ayudar a los demás”.
«El covid provoca fiebre alta y la temperatura externa es excesivamente elevada, así que se siente doble calor. El sol te quema y la temperatura de tu cuerpo es muy alta». Ahmada Mohamedy Siogope, enfermero jefe en el hospital de campaña del CICR en el campamento de Al Hol, situado en el noreste de Siria.
A medida que comienza la temporada de huracanes en el Atlántico y aumentan los casos de Covid-19, países como Honduras, todavía muy afectados por las tormentas del año pasado, se ven obligados a gestionar crisis múltiples y superpuestas.