Transformar vidas entre rejas
En centros penitenciarios de la ciudad de México, personas voluntarias de Cruz Roja no sólo salvan vidas, sino que dejan un efecto dominó de compasión hacia los demás.
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Abril, 2020 |
Reportaje:
Malcolm Lucard
Producción:
Irina Ruano
En la ciudad de Módena, en el norte de Italia, la voluntaria de la Cruz Roja Italiana Chiara Gorni está a la vanguardia de la lucha contra el COVID-19. Sin embargo, no se la verá ni en una ambulancia ni en un hospital.
Como la mayoría de los habitantes del norte del país, Chiara está confinada en su casa y trabaja desde allí, no lejos del epicentro de la crisis del COVID-19 en Italia.
Todas las mañanas, después de dar de comer a sus dos hijas pequeñas, Chiara se presenta a su trabajo: un escritorio ubicado a pocos metros de la mesa donde cambia los pañales a sus hijas.
Chiara es socorrista e instructora experimentada y también uno de los 30 voluntarios que trabajan en línea para la Cruz Roja Italiana. Entre las diversas tareas que realizan, estos voluntarios virtuales redactan informes basándose en los datos más recientes para facilitar la toma de decisiones, crean mapas en tiempo real a fin de seguir la rápida evolución de las necesidades y traducen mensajes sanitarios urgentes.
«Traducimos documentos importantes, como los nuevos protocolos de salud destinados a la población, que se modifican a diario según va evolucionando la situación de emergencia», explica.
¿Cuál es su tarea más ardua en relación con el COVID-19? «Encontrar la mayor cantidad posible de equipos de protección individual», responde Chiara, para lo cual debe indagar en Internet, hacer decenas de llamadas, comparar precios y tratar de verificar la fiabilidad de los productos de la que dependerá la vida de sus colegas. «La tarea se ha vuelto muy difícil», asegura Chiara, que ha trabajado como socorrista en todo tipo de situaciones de emergencia, desde terremotos hasta inundaciones. «Es una de las cosas más difíciles que me ha tocado hacer. Pero estoy muy agradecida por todo el apoyo que he recibido de mis colegas y el intercambio de información que hemos mantenido durante esta emergencia».
El voluntariado en línea se ha desarrollado rápidamente en los últimos años y la aparición del COVID-19 está acelerando la tendencia. Dado el aumento del número de personas, en confinamiento o cuarentena, que están trabajando desde la casa, esta forma de trabajo humanitario digital cobra cada vez más importancia.
En la Cruz Roja Neerlandesa, los voluntarios en línea también han dicho presente ante la pandemia, aunque aquí el voluntariado virtual no es nada nuevo. La Sociedad Nacional ha sido pionera en la integración de voluntarios virtuales en las operaciones de emergencia y la planificación de proyectos a más largo plazo.
En un pequeño apartamento de Ámsterdam, Gulfaraz trabaja en un proyecto que utiliza la inteligencia artificial e imágenes satelitales para efectuar previsiones sobre los daños que causan las tormentas tropicales. El objetivo es ayudar a los rescatistas y las organizaciones de ayuda a ofrecer una respuesta más rápida y eficaz en caso de desastre natural.
«La mayor parte del tiempo, trabajo aquí», dice Gulfaraz mostrando un pequeño escritorio en un rincón de su apartamento en el que ha ubicado su computadora portátil. Antes de que el COVID-19 alterara muchos aspectos de la vida pública, solía trabajar, según el momento, en un café, donde un amigo, en una biblioteca, en un edificio de la universidad o incluso en uno de los trenes urbanos. «Tengo todo lo que preciso en la computadora, así que puedo trabajar en cualquier lugar».
Con una Maestría de Ciencias en inteligencia artificial por la Universidad de Ámsterdam, Gulfaraz es consultor. Su actividad como voluntario es parte de una iniciativa de la Cruz Roja Neerlandesa denominada “510”, una plataforma de datos e innovación que propone un modelo totalmente nuevo de cómo las personas pueden brindar ayuda, incluso salvar vidas en comunidades situadas en el otro extremo del planeta.
A la Cruz Roja Neerlandesa, este sistema le permite aprovechar la inclinación natural y la experiencia de personas muy motivadas, que pueden de ese modo dar lo mejor de sus conocimientos y su tiempo.
Los voluntarios en línea están plenamente integrados a la iniciativa 510, que tiene por objeto mejorar la rapidez, la calidad y la rentabilidad de la asistencia humanitaria poniendo datos a disposición de los trabajadores humanitarios, los encargados de tomar decisiones y las personas aquejadas por desastres naturales y crisis.
Los voluntarios también visitan a menudo la oficina de la Cruz Roja Neerlandesa para ver a sus colegas y colaborar con ellos, pero la posibilidad de trabajar en línea permite que el servicio voluntario esté más al alcance de un mayor número de personas.
Las ventajas de esta forma de trabajo son evidentes. No más desplazamientos para llegar a su lugar de trabajo: el portátil o cualquier otro dispositivo móvil o la computadora se encuentran al alcance de la mano. La conexión se consigue pulsando unas pocas teclas y ¡qué decir de la vestimenta requerida!
Para Lone, que prepara una maestría universitaria de geografía en Lund (Suecia), trabajar desde su casa para la Cruz Roja Neerlandesa significa que está siempre cerca de su guitarra y de sus dos gatos. Pero la verdadera ventaja es la flexibilidad del horario.
«Puedo organizarme como quiero. En estos momentos, sigo un curso y puedo planear el trabajo voluntario en función de las clases y el programa. Es muy agradable porque a menudo, cuando se es voluntario, hay que estar presente en un lugar a determinadas horas. En mi caso, puedo hacer mi trabajo y al mismo tiempo terminar mi tesis a tiempo».
Cuando no rasguea la guitarra ni hace trabajo voluntario, Lone redacta su tesis de maestría sobre un sistema que utiliza imágenes satelitales para pronosticar los desbordamientos fluviales y ayudar a las comunidades de Malawi, en África austral, a prepararse a las inundaciones . «Mi trabajo tiene un sentido concreto y me permite combinar dos de mis pasiones: la geografía y las comunicaciones», explica la voluntaria sueca.
Chiara Gorni comenzó a trabajar como voluntaria en línea para la Cruz Roja Italiana cuando dio a luz a sus dos hijas. «Quizás no era el momento ideal para trabajar desde casa, pero por otro lado me parecía perfecto porque no podía hacer nada más, solo quedarme en casa con ellas. Así que aproveché para prestar ayuda haciendo trabajo voluntario a distancia».
«La ventaja es que estás en casa. Puedes trabajar en uniforme o en pijama. Pero lo que realmente cuenta es que aunque nadie nos ve podemos estar presentes dondequiera que se nos necesite».
En numerosos modelos tradicionales de voluntariado, se capacita a los voluntarios en tareas muy específicas, con el fin de que asuman una serie de responsabilidades y funciones definidas previamente (los primeros auxilios es uno de los ejemplos más comunes).
Estas formas de voluntariado revisten una importancia fundamental, ya que muchos servicios solo pueden prestarse personalmente. Hoy en día, las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja de todo el mundo ofrecen modelos de voluntariado más flexibles, que permiten a las organizaciones emprender proyectos que no podrían realizarse de otra manera.
Sin duda, el voluntariado en línea no es nuevo, pero ha cambiado mucho desde que, hace unos diez años, surgió uno de los ejemplos más conocidos. En 2009, internautas del mundo entero se movilizaron para aportar su ayuda a los defensores de derechos humanos en Kenya con objeto de permitirles cartografiar la violencia relacionada con las elecciones.
Desde entonces, los proyectos de cartografía digital basados en el trabajo de voluntarios o en la «exernalización masiva» han pasado a ser un elemento básico de preparación e intervención humanitaria. Los mapas de ese tipo se utilizaron en las intervenciones realizadas tras el terremoto de 2010 en Haití, en los conflictos que tienen lugar en Siria y Libia y en las recientes tormentas en África oriental, por citar solo algunos ejemplos.
El voluntariado en línea va también mucho más allá de la cartografía digital. La Cruz Roja de Malawi, por ejemplo, está creando un equipo de voluntarios locales, encargado de recopilar datos directamente en las comunidades por medio de teléfonos móviles y computadoras portátiles. En colaboración con voluntarios en línea de Malawi y de los Países Bajos, su trabajo consiste en procesar datos para comprender mejor y atender las necesidades de salud de la población o las consecuencias de eventos relacionados con el clima, como sequías o inundaciones.
Otro gran cambio es la integración progresiva de los voluntarios en línea a la formulación de proyectos de mayor envergadura y a más largo plazo.
«Normalmente, para idear soluciones a gran escala basadas en programas informáticos o datos, las ONG pequeñas tienen que recurrir a una empresa privada y externalizar esas tareas», explica Maarten van der Veen, fundador y director estratégico de la iniciativa 510. «Es una opción perfectamente lógica. Pero empezamos a pensar que para la Cruz Roja lo mejor es fortalecer su propia capacidad».
«En lugar de externalizar esas tareas, hemos querido ‘internalizarlas’, fortaleciendo la capacidad de nuestros equipos —personal, voluntarios y estudiantes— para que participen en la elaboración de soluciones centradas en el ser humano. No se trata, pues, simplemente de un conjunto de proyectos puntuales realizados con la ayuda de un proveedor externo: es algo que nos pertenece por completo».
El voluntariado en línea también es objeto de pruebas y perfeccionamiento en el marco de una estrategia más general, cuyo objetivo es ampliar las oportunidades de servicio voluntario en todo el mundo. Así pues, la respuesta ante el COVID-19 en Italia y diversos aspectos del modelo de voluntariado en línea de la Cruz Roja Neerlandesa reciben el apoyo de la iniciativa “Voluntarios de la ayuda de la Unión Europea”.
El trabajo de estos equipos es a la vez gratificante y profesionalmente muy estimulante. Atrae, pues, a personas con una gran experiencia tanto del sector humanitario como del sector privado.
Arjen Crince trabaja desde hace decenios para apoyar proyectos de gestión de la información, cartografía digital y recopilación de datos móviles. Gran parte de su tiempo como voluntario lo pasa frente a la computadora en su casa, en la ciudad de Utrecht (Países Bajos). Pero también ha trabajado con equipos en Malawi, Kenya y en la isla caribeña de San Martín. Además, entre otras tareas, trabaja en equipos que buscan soluciones más amplias y de más largo plazo en el ámbito de la gestión de datos para la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, con sede en Ginebra (Suiza).
A Crince no sólo le apasiona la forma en que se usan los datos, sino también cómo se recopilan. Quiere ayudar a la red humanitaria de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja a adoptar normas más estrictas y más armonizadas en la materia, para que las evaluaciones, los análisis y las respuestas sean más coherentes. «Me gusta ayudar a la gente a tomar decisiones acertadas, basadas en datos sólidos, y hallar respuestas pragmáticas para que un proyecto o una organización pueda avanzar», explica.
¿Pueden los voluntarios que trabajan a distancia desempeñar un papel tan importante para resolver problemas como el que cumplen los que apoyan a las comunidades en persona? Para estos voluntarios en línea, no se trata de reemplazar otras formas de voluntariado sino de aportar un respaldo a los voluntarios que están manos a la obra en el terreno: recopilando y analizando datos, ayudándolos a rastrear la propagación de una enfermedad o a planificar la mejor estrategia para la recuperación de una comunidad. «Los datos son hoy el bien más valioso, añade Arjen Crince. Lo que me apasiona es ayudar a la gente a utilizarlos eficazmente».
Entre casas, calles y escuelas, la migración en Quetzaltenango, Guatemala, ha dejado comunidades casi vacías, mientras adultos, niños y adolescentes emprenden un riesgoso viaje en busca de un futuro mejor.