Transformar vidas entre rejas
En centros penitenciarios de la ciudad de México, personas voluntarias de Cruz Roja no sólo salvan vidas, sino que dejan un efecto dominó de compasión hacia los demás.
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Por:
Equipo de la revista
Cruz Roja Media Luna Roja
y Fiston Mahamba
Fotos:
Corrie Butler/IFRC
Si bien muchas de las cosas que se cuentan sobre la enfermedad (el ébola no es real, por ejemplo) son claramente falsas, pueden parecer plausibles porque otras (los trabajadores humanitarios ganan dinero con la enfermedad) tienen algo de verdad.
“En muchos de los casos, la falta de confianza proviene de una determinada realidad”, asegura Gwendolen Eamer de la Federación Internacional. “Hay algo de verdad o está basado en alguna verdad. Solo se requiere un poco de tiempo para ponerse en el lugar del otro”.
Es una de las razones por las que muchas organizaciones humanitarias han concertado sus esfuerzos para comprender mejor lo que significa estar en el lugar de las personas a las que pretenden ayudar. La participación comunitaria y la rendición de cuentas a la comunidad (CEA) es un programa cuya finalidad es considerar las percepciones y necesidades de la comunidad y darles una respuesta. Ha pasado a ser parte integrante de las operaciones del Movimiento, desde Cox’s Bazar en Bangladesh hasta las comunidades migrantes en Sudamérica.
Hoy, a raíz de la crisis del ébola, la Federación Internacional ha llevado este esfuerzo a un nuevo nivel, introduciendo el primer mecanismo sistemático para conocer las percepciones e ideas de la comunidad cuando está viviendo una situación de emergencia. “Vamos de comunidad en comunidad y a menudo de puerta en puerta con el mensaje de que el ébola es real y mata”, cuenta Cheick Abdoulaye Camara, encargado de participación comunitaria de la Federación Internacional en la República Democrática del Congo. “Esto nos sirve también para recopilar mucha información útil”.
Los datos, introducidos en una hoja de cálculo por voluntarios de la Cruz Roja, son analizados en el Centro para el Control de Enfermedades de Estados Unidos y luego dados a conocer en un panel de control en línea protegido e interactivo a otros actores como Médicos sin Fronteras, Oxfam, Unicef y la Organización Mundial de la Salud.
A veces los datos señalan necesidades muy prácticas, como jabón o lavabos, o pueden abordar cuestiones más complejas, como la vacunación. Es importante responder a preguntas como: ¿por qué algunas personas se vacunan y otras no? o ¿la vacunación es solo para personas con vinculaciones familiares o políticas?, si no la gente puede sacar sus propias conclusiones.
“Podemos responder a sus preguntas y explicar la estrategia de inmunizar primero a los sanitarios y el concepto de la vacunación en anillo y así promover la confianza en los tratamientos y el compromiso de seguirlos”, asegura Ombretta Baggio, asesora principal en participación comunitariade la Federación Internacional, refiriéndose a la práctica de crear un “anillo” de vacunaciones alrededor de la persona enferma, que consiste en vacunar primero a cualquier persona que haya tenido contacto con un enfermo y luego a quienes hayan tenido contacto con esa persona.
Los datos también ayudan a afinar las estrategias de comunicación más amplias, así como a priorizar y coordinar los mensajes. “Es verdad que la confianza se debilita si cada actor externo llega a ellos con información y mensajes diferentes”, señala. “También daña la confianza si la ayuda material o los mensajes no responden a las necesidades y preocupaciones de la gente”.
La etapa siguiente es velar por que la información contribuya a llevar a cabo las actividades. “A medida que aumenta la confianza, se obtiene más y mejor información, lo que conduce a una mejor respuesta, luego a una mayor confianza y así sucesivamente”, explica Baggio.
Y las organizaciones humanitarias también tienen que tener confianza en las comunidades a las que prestan ayuda. “Las comunidades a menudo tienen buenas propuestas, pero estamos a veces demasiado ocupados para escucharlas”, observa Baggio.
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