Transformar vidas entre rejas
En centros penitenciarios de la ciudad de México, personas voluntarias de Cruz Roja no sólo salvan vidas, sino que dejan un efecto dominó de compasión hacia los demás.
¿Es hora de redefinir estas metáforas?
Amenudo se dice que los voluntarios son el “corazón” o la “columna vertebral” del Movimiento porque hacen su labor con pasión y se encargan de realizar la mayor parte del trabajo pesado.
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WIem Chamsi, de 24 años, no le falta la motivación. Esta estudiante, que cursa un máster en Administración, es la responsable de difusión de la sección de Susa (ciudad costera de Túnez) de la Media Luna Roja Tunecina.
Pero eso no es todo. Chamsi es instructora de la Junior Chamber International, embajadora de energía solar, fundadora de Youth for Change, un club que se ocupa del desarrollo sostenible, y responsable de proyectos de Enactus International, una organización que promueve el cambio social mediante la iniciativa empresarial y la innovación entre los jóvenes.
«El espíritu de la Media Luna Roja es realizar cosas con pasión aportando ideas y entusiasmo para ponerlas en acción», declara Chamsi.
Pero la gente necesita saber que puede poner en práctica lo que piensa y siente, dice. La revolución digital ha dado a muchas personas la posibilidad de expresarse, una sensación de empoderamiento. Las herramientas en línea permiten a las personas organizarse, iniciar negocios, recaudar fondos o participar en numerosas iniciativas sociales con mucha más facilidad, a menudo sin burocracias o estructuras tradicionales.
“Por lo tanto, si la tarea de un voluntario es levantar cajas, en algún momento se aburrirá de hacer solo eso y será fundamental que forme parte del proceso de toma de decisiones, para determinar los problemas y tratar de proponer soluciones e intercambiar ideas”.
Refiriéndose a esto, Matt Baillie Smith habla de «la intervención del voluntario», es decir, la capacidad de tomar iniciativas o, al menos, de participar en la organización de actividades, un cambio transversal a las distintas tareas que realizan hoy en día los voluntarios.
“Se suele decir que los voluntarios son ‘la columna vertebral del Movimiento’, y siempre me sorprende que no se les llame ‘la cabeza'», asegura Baillie Smith, profesor de desarrollo internacional de la Universidad de Northumbria (Reino Unido), que ha escrito, con otros autores, varios estudios fundamentales sobre el voluntariado para la Federación Internacional y la Cruz Roja Sueca en los últimos años.
«Para mí, este es el próximo gran campo de batalla. ¿Cómo pasamos del voluntariado como una forma barata de prestar servicios a una participación activa que determine el programa humanitario y de desarrollo?»
En cualquier caso, dice, los voluntarios actúan como líderes, incluso si no siempre son reconocidos por ello. Ese liderazgo reviste muchas formas. Carlos Rodrigo Ballesteros administra una sección local en Cali (Colombia) y está ayudando a crear nuevos modelos de servicio voluntario en la comunidad para que los jóvenes puedan participar en la prevención de la violencia (véase a la derecha un artículo sobre su caso).
“No les estamos diciendo a los jóvenes, ‘sean voluntarios de la Cruz Roja para que puedan hacer esto o aquello’. Ellos forman su propio grupo, le ponen nombre, forjan su identidad y comienzan a trabajar», dice Ballesteros. «Nuestro trabajo es apoyarlos».
Este nuevo tipo de servicio voluntario se está desarrollando a nivel comunitario y no a través de las instituciones formales, dice. “Como Movimiento, tenemos que avanzar en esa dirección, colaborando con la comunidad y construyendo una base para los futuros voluntarios”, asegura.
“En Colombia, si quieres educarte, tienes que trabajar al mismo tiempo porque la educación es muy cara. Por lo tanto, es indispensable tener un modelo totalmente diferente. La Cruz Roja tiene que ir donde está la gente: a las escuelas, los barrios y los lugares de trabajo. Lo fundamental es crear nuevos modelos de servicio voluntario que se ajusten a estas nuevas dinámicas”.
Este es solo un ejemplo de cómo los voluntarios ya se han puesto al frente de un mundo en constante cambio. La pregunta es saber si el resto de nosotros los seguirá. Según Baillie Smith, hay una razón ética y una razón práctica para hacerlo.
“La razón ética es que los voluntarios se utilizan cada vez más para legitimar la actividad de ayuda internacional porque constituyen la propiedad local de esa actividad: se convierten en parte del programa de propiedad local del sector humanitario”, señala. “Pero eso solo funciona si realmente escuchamos lo que tienen que decir y valorar lo que nos ofrecen”.
«La razón pragmática es que en realidad ellos son los que saben lo que está sucediendo en sus comunidades”.
Desde que Carlos Rodrigo Ballesteros se convirtió en voluntario de la Cruz Roja Colombiana, hace diez años, el servicio voluntario ha cambiado mucho. Hoy es director de Juventud de una sección local de Cali, una de las ciudades más grandes del país, y cita un ejemplo: una escuela que es parte del Programa Humanitario por Cali.
“Estamos tratando de cambiar la forma en que trabajamos con los jóvenes y las comunidades. El objetivo es que trabajemos con ellos, no para ellos. No son agentes pasivos que reciben ayuda, sino miembros activos de sus comunidades que conocen los problemas y las soluciones. Por lo tanto, apoyamos las iniciativas de grupos juveniles en barrios afectados por la violencia urbana.
»En este caso, los estudiantes establecen un sistema en el que cada grado tiene estudiantes que participan en lo que llamamos ‘mediación callejera’. Si las partes en una pelea quieren hablar, los estudiantes mediadores los ayudarán a evitar que la situación empeore.
»Los mediadores no intervienen en las peleas porque eso los pondría en peligro. Pero cuando todo se tranquiliza, el mediador pregunta: ‘¿Qué pasó? ¿Te gustaría hablar?’ Si quieren hablar, el mediador, desde una perspectiva totalmente neutral, facilita el diálogo.
»Eso no implica que todo sea pacífico. A veces el acuerdo es simplemente: ‘No tenemos ganas de hablarnos, pero ya no nos haremos daño’. Hoy la escuela cuenta con un sólido grupo de mediación y ha logrado que se reduzca el nivel de las peleas un 90 por ciento”.
El servicio voluntario se está transformando debido a la revolución digital, y esto lo estamos viendo no solo en los centros urbanos dotados de alta tecnología. En el remoto condado de Tharaka Nithi, en Kenia, Kelvin Njenga está ayudando a convertir la sección local de la Cruz Roja de Kenia en un banco de pruebas para la innovación digital, revolucionando así el concepto de voluntario de la Cruz Roja. Njenga, diseñador gráfico independiente, fue el cerebro de la “I-Volunteer Crew”, algo así como una “tripulación de voluntarios en línea”, que emplea las redes sociales para informar de emergencias y compartir información sobre campañas y temas importantes.
“En Tharaka Nithi, se ha producido un brote de cólera y los voluntarios de la Cruz Roja de Kenia están atendiendo a la gente y realizando campañas a domicilio. Pero a pesar de que estos brotes surgen todos los años, la mayoría de los habitantes [que no se ven directamente afectados] no se enteran. Además, cuando visitamos los pueblos para informar a la gente, algunos de ellos en ese momento no están.
»Sabemos que mucha gente está conectada a la red. Los temas que interesan al público, como la política, se debaten en los foros en línea. No por ser una zona rural las personas carecen de Internet. Por eso, si ponemos en marcha una campaña digital, será más visible, más barata y más eficaz.
» Uno de los principales problemas que tenemos es la falta de recursos. En nuestra sección de la Cruz Roja no disponemos de automóvil. Por lo tanto, para visitar las aldeas, por ejemplo, tenemos que valernos de nuestros propios medios, lo que resulta bastante caro para jóvenes como yo que no tenemos trabajo. Mientras que si lo hacemos digitalmente, creamos un mensaje y le pedimos a la gente que nos ayude a difundirlo lo más ampliamente posible.
» Con I-Volunteer Crew, si alguien es testigo de un accidente, simplemente lo da a conocer en las redes sociales, por ejemplo a la Cruz Roja que puede intervenir. Esto es genial, pero a la vez nos plantea el inconveniente de que la gente que da la voz de alarma puede suponer que una vez que ha difundido la noticia en las redes sociales, alguien se ocupará del asunto y ya está, no tiene nada más que hacer.
Pero eso no es todo. Necesitamos personas que vayan al lugar del suceso y se pongan manos a la obra. Por consiguiente, cuando alguien postea una noticia en I-Volunteer, le pregunto: ‘¿Dónde estás? ¿Tienes la posibilidad de intervenir tú?’ Otro inconveniente es que incluso si la gente tiene nociones de primeros auxilios, en muchos casos no los han practicado mucho. Por lo tanto, carecen de la confianza suficiente para actuar. Por ello, tenemos que respaldar este sistema con una formación y demostraciones regulares para reforzar la confianza de las personas. También felicitamos y alentamos a quienes han intervenido”.
Un grupo de I-Volunteers de la Cruz Roja de Kenia pide ayuda mediante una llamada digital publicando fotografías en las redes sociales cuando presencian un accidente o el comienzo de una crisis. Las fotografías como la de arriba también mueven a las personas a ayudar. Abajo, Kelvin Njenga saca un selfi de un grupo durante la planificación de una marcha por la paz para reducir las tensiones relacionadas con las elecciones.
Estas declaraciones dicen mucho sobre lo que significa estar en la primera línea de las crisis en el siglo XXI. Ambas frases, de voluntarios de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja de distintos países, se pronunciaron en las sesiones de un estudio mundial denominado Iniciativa sobre el servicio voluntario en situaciones de conflicto y emergencia (ViCE), dirigido por la Cruz Roja Sueca y la Universidad de Northumbria del Reino Unido.
La primera cita, expresada por una voluntaria, refleja la dura realidad de los voluntarios que pueden resultar heridos por fuerzas que están fuera de su control: pueden ser el blanco de ataques o verse atrapados en el fuego cruzado de los combatientes. O también pueden resultar heridos o muertos accidentalmente o por las fuerzas de la naturaleza.
La segunda cita, pronunciada por un voluntario de otro país, refleja otra triste verdad: que los voluntarios que enfrentan estos peligros no reciben la protección y el apoyo necesarios.
El objetivo del estudio ViCE es comprender estas realidades y la compleja dinámica que enfrentan los voluntarios cuando trabajan en emergencias. ViCE es un proyecto de colaboración de tres años establecido con la finalidad de examinar los informes proporcionados por las Sociedades Nacionales de seis países: Afganistán, Honduras, Myanmar, Sudán, Sudán del Sur y Ucrania.
Si bien la mayoría de las investigaciones mundiales sobre el servicio voluntario se han centrado en voluntarios de países relativamente prósperos que ayudan a personas más necesitadas, la iniciativa ViCE explora las complejidades que afrontan los voluntarios locales afectados por las mismas tragedias que golpean a las comunidades a las que sirven.
“La mayoría de los voluntarios [que participan en la iniciativa ViCE] opinan que no pueden retirarse si la situación se complica o se vuelve peligrosa”, dice Stefan Agerhem, que dirige el estudio de ViCE para la Cruz Roja Sueca. “Tienen que quedarse. Por lo tanto, ¿cómo podemos ayudarlos a permanecer en la comunidad, a trabajar de manera segura sin dejar de cumplir su misión?”
¿Qué tipo de apoyo y protección necesitan los voluntarios? Entre las soluciones cabe señalar: una capacitación adecuada, ayudarlos a evitar riesgos potenciales, un seguro para casos de accidente, lesión o muerte, y apoyo psicosocial en caso de trauma y estrés del trabajo.
Shall we rethink the methaphors used to describe volunteers?